Juan estaba dormido en su cama y oyó un ruido, así que cogió la linterna y salió de su habitación para ver que pasaba, le pareció escuchar los pasos lentos de alguien, sintió algo que le dejó frío como el mármol.
Juan iluminó el suelo y vio que había pisado un envase de helado, eso le inquietaba porque no había tomado ningún helado, ¿Qué hacía ese envase en el suelo? Juan había dejado de escuchar los pasos y de repente oyó que se encendía el televisor que estaba en el salón, Juan avanzaba lentamente con su linterna iluminando la casa, llegó al salón y se encontró con su mujer, la cual había dado por muerta, ella había desaparecido hacía tres meses.
Juan, estupefacto, le preguntó: - Ana, ¿Eres tú? ¿No estabas muerta?
Ana contestó: - Yo no, pero tú sí. ¿Me buscaste estos tres meses, Juan? ¿O solo esperaste a que yo volviera?
Juan respondió: - Te busqué por todas partes, removí cielo y tierra y no te encontré.
Ana le dice: - Pues estaba en un pueblo tranquilo de vacaciones, necesitaba alejarme un tiempo, pero he vuelto y ya estoy aquí contigo de nuevo.
Ana y Juan se abrazaron, ella apagó la televisión, luego se fueron a la cama y durmieron abrazados durante el resto de la noche.
Juan nunca sabría a donde había ido Ana, eso era un secreto que ella se llevaría a la tumba.
FIN
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